Rómulo y Alejandro son un par de jóvenes emprendedores, aún en sus veinte, que en 2014 se embarcaron en la aventura que todos los grandes amigos quieren embarcarse: abrir un bar, pero un bar en Madrid. Así, de puro ímpetu juvenil nació Gramabar No Problem, un restaurante/bar deportivo y de cócteles que combina los sabores de la gastronomía venezolana e internacional.
¿Cuándo se fue de Venezuela y por qué?
El estigma de nuestra generación es que no podemos acceder a las mismas oportunidades que nuestros padres. Supongo que era una mezcla de sed de independencia y sed de responsabilidad. Nos estábamos haciendo grandes y queríamos ser grandes de verdad.
¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?
El mar Caribe, los grandes momentos con poco, la sonrisa perpetua en la adversidad, la familia y los amigos. No hay nada en el mundo como tu gente.
¿Qué le motivó a abrir su propia empresa?
Queríamos ser independientes, era el gran sueño. Saber qué se siente trabajar en pro de ti mismo, dirigir un equipo, motivarlo y protegerlo. Tener tu propio concepto y enfoque sobre cómo hacer las cosas.
¿Cuáles fueron las dificultades iniciales que enfrentó para abrir su negocio?
Nuestra primera apuesta no pretendía ser tan alta, queríamos implementar algo más callejero, como un carrito de perros calientes. Sin embargo, el tema de la venta ambulante es bastante delicado en Madrid y se nos hizo cuesta arriba.
Al final, el destino, la buena vibra y la suerte nos fueron llevando hacía el lugar correcto, que resultó ser un bar en pleno centro de Madrid. En ese momento no podíamos creer nuestra suerte, pero ahora creemos, creemos en nosotros.
Como emprendedor ya consolidado, ¿Qué consejos le da a aquellas personas que están pensando abrir su propia empresa?
Es importante prepararse, rodearte de gente de confianza y hacer frente a la adversidad (o descartar mentalmente que existe del todo). El comentario general suele ser derrotista, pero no puedes dejar que eso quebrante tu espíritu, tienes que seguir creyendo en tus ideas. Es nuestra filosofía: #NoProblem
¿Cómo enfrentó sus fracasos para poder seguir adelante y alcanzar el éxito?
Hemos creado una bonita familia en Madrid. Entre todos nos apoyamos, y no dejamos de confiar en nuestro proyecto. El bar cumplió su primer año hace unos meses y nos sentimos muy afortunados. Nos enfocamos en lo bueno.
¿Qué proyectos a futuro tiene para su empresa?
Recientemente incursionamos en el mundo de los foodtruck que están muy de moda por acá. Son carritos de comida ambulante que se presentan en festivales. Es una iniciativa que más que nada nos permite viajar. Desde Julio hemos ido a Barcelona, Manresa, Plentzia, Estoril-Portugal y muy pronto iremos a celebrar la noite Branca de Braga (Portugal). Tenemos muchas aventuras con nuestro carrito.
¿Tiene alguna anécdota sobre la arepa?
Como Gramabar está ubicado en el centro de Madrid, muy cerca de la estación de metro de Callao y a 3 minutos de Sol, el público que nos visita suele estar conformado por turistas. Confesamos que es una placer escuchar a(ghhr)pa de pe(grrgrgr)ico, o reina pepiada con acentos de todo el mundo, te calienta el corazón.
¿Cuál es su arepa favorita?
Nuestra favorita es la Santa Bárbara. En Gramabar la servimos con filete de ternera, tomate, aguacate y queso blanco, acompañada de un papelón con limón bien frío es un manjar.
Un mensaje para los venezolanos que están en Venezuela.
El tiempo nos va enseñando que el espíritu del venezolano tiene una belleza inigualable. Nos llevamos los unos a los otros donde quiera que estemos y por eso tenemos la responsabilidad de ser siempre lo mejor que podemos ser.
Creemos que la arepa es una bandera de las personas que somos: siempre diversos, pero dentro de la misma masita; y quizás ahora que estamos lejos es la manera más bonita que nos queda para ser quienes somos.
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